El Papa Francisco preside este lunes 12 de diciembre una Misa por la fiesta de la Virgen de Guadalupe, en el 491 aniversario de las apariciones de la Emperatriz de América en el Cerro del Tepeyac al indígena San Juan Diego.
A continuación, la homilía completa del Santo Padre:
Nuestro Dios conduce la historia de la humanidad, nada queda fuera de su poder, que es ternura y amor providente. Se hace presente a través de un gesto, de un acontecimiento o de una persona.
No deja de asomarse a nuestro mundo, necesitado, herido, ansioso para asistirlo con su compasión y su misericordia. Su modo de intervenir, de manifestarse, siempre nos sorprende, y nos llena de gozo, y provoca estupor y lo hace con estilo propio.
En la lectura de la carta a los Gálatas nos ofrece una indicación precisa que nos ayuda a contemplar, con agradecimiento, su plan para redimirnos y hacernos sus hijos adoptivos: «cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer» (Gal 4,4).
Es así, la venida del Hijo en carne humana es la suprema expresión de su método divino en favor de la salvación. Dios, que tanto amó al mundo, nos envió a su Hijo, «nacido de una mujer», para que «todo el que crea en él no muera, sino que tenga Vida eterna» (Jn 3,16).