6. ¿Cómo ayudó San Ambrosio en la conversión de San Agustín?
Este episodio forma parte de una historia bastante dramática, en la que el Obispo de Milán se enfrentó al emperador arriesgando su propia vida.
El Papa Benedicto XVI recordó que, en sus Confesiones, San Agustín relata que llegó a Milán como profesor de retórica; era un escéptico y no cristiano.
Estaba buscando la verdad cristiana, pero no era capaz de encontrarla verdaderamente.
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Lo que conmovió el corazón del joven retórico africano, escéptico y abatido, y lo que le impulsó a la conversión definitiva no fueron las espléndidas homilías de San Ambrosio, aunque las apreció profundamente, sino el testimonio del obispo y de la Iglesia en Milán, pues rezaban y cantaban como un solo cuerpo intacto.
Fue una Iglesia que pudo resistir las maniobras tiránicas del emperador y de su madre, quienes a principios del 386 exigieron nuevamente un edificio de la iglesia para las celebraciones de los arrianos.
En el edificio que iba a ser requisado, cuenta San Agustín, “la gente devota velaba, dispuesta a morir con su obispo”.
Este testimonio de las Confesiones es precioso, porque señala que algo se movía en San Agustín, quien continúa: “También nosotros, aunque espiritualmente tibios, compartimos la agitación de todo el pueblo”.
7. ¿Fue San Ambrosio notable en otros aspectos?
Fue notable en muchos sentidos. Uno de ellos hoy nos parecería sorprendente.