En cercanías del verano, en Argentina comienza a aumentar la cifra de parejas que deciden realizar su matrimonio y celebrarlo con una fiesta junto a familiares y amigos.
Sin embargo, existe un factor imprevisible que suele tener a los novios en vilo hasta último momento: el clima de tan esperado día.
Aunque hay una creencia antigua que asegura que casarse con lluvia es sinónimo de bendición, muchos prefieren no arriesgarse, sobre todo quienes eligen celebrar al aire libre.
Aquí es donde entran en escena las religiosas de la orden de Santa Clara, a quienes, según indica una tradición adoptada de España, los futuros matrimonios acuden para pedir oraciones y así encomendar a Dios, por intercesión de la Santa, la gracia del buen tiempo y la felicidad en el matrimonio.
Según la costumbre, al realizar el pedido, los novios deben ofrecer una o más docenas de huevos a las hermanas clarisas y dejar los datos de la boda: nombre de los novios, fecha y hora de la celebración.
Los huevos recibidos son utilizados para preparar pasteles y budines que contribuyen a la economía de las clarisas o que son donados a centros de ayuda.