"En sitios donde había 150 internos que muchas veces duermen incluso en cuclillas o sentados, porque no hay sitio. A ellos me dediqué plenamente, les llevaba ropa, les daba algo de dinero para que pudieran hacer llamadas…la mayoría eran muy pobres", lamentó el sacerdote.
Contó también que "muchos de ellos robaban porque tenían que dar de comer a sus familias. Con la lluvia en Bogotá se moja el cartón y ellos no tienen qué vender. Me decían: 'Usted no sabe lo que es llegar a mi casa y escuchar a mis hijos llorar de hambre'. Este es el hurto famélico", explicó.
¿Qué es más difícil?
"Yo creo que escogí las vocaciones más difíciles", dijo el sacerdote con una sonrisa.
"Si me preguntaran qué me hace más feliz, -continuó-, diría que el sacerdocio es un sentido sobrenatural. Es el mejor regalo que Dios me ha dado, mi ministerio sacerdotal que nunca hubiera imaginado, y Dios me lo regaló".
"Lo que he podido hacer con el sacerdocio no tiene nombre. Es lo mejor que le puede pasar a uno, salvar almas. Y la policía es ayudar a la sociedad, estoy muy felíz con ambas vocaciones", aseguró.
"Con el narcotráfico el demonio entró en Colombia"
A continuación, afirmó que el narcotráfico "es lo peor que le ha podido pasar a Colombia".
"Antes del narcotráfico Colombia era un país trabajador, con gente que estudiaba, trabajaba en la agricultura, y el narcotráfico se infiltró en los corazones colombianos. Hasta a la propia Iglesia a uno le ofrecían ofertas de narcotráfico. Así se metió el demonio en Colombia, con el narcotráfico", aseguró.
"Pablo Escobar parecía intocable, él tenía su propio ejército. Y la policía le dio de baja, y a todos los que estaban con él", señaló.
Resaltó que "el objetivo de Pablo Escobar eran los policías, ofrecían un millón de pesos por un policía, mató más de 500 policías en aras de sembrar el terror", recordó el sacerdote.
"Murió gente muy buena. Ha degradado mucho los valores en nuestro país, el dinero fácil es lo peor. Y aquí en Europa venden la camiseta de Pablo Escobar como si fuese un héroe, y me pregunto, ¿qué les pasa?".
También dijo que los policías "somos las personas más expuestas a la corrupción dentro de la policía. Hemos luchado mucho contra eso".
"Juramos ante Dios cumplir con nuestro deber, y en eso somos muy respetuosos, aunque desafortunadamente algunas personas se dejan corromper y hay que luchar contra eso. Es muy triste cuando un policía se deja corromper, el dinero fácil corrompe los corazones y es un dinero maldito", sentenció.
El P. Silverio en el Vaticano. Crédito: Diócesis Obispado Castrense de Colombia
Tras dos años en Roma, donde ha colaborado con la policía italiana para la formación de más de 1.800 policías colombianos, volverá a su país para continuar con su misión al servicio de Dios y la Patria.
"El esfuerzo vale la pena", dijo por último el P. Silverio.
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