Aquí está evidentemente la acción del espíritu maligno. Me pongo a rezar, entonces en la oración me siento omnipotente, que todo debe estar en mis manos porque soy el único, el único que sabe cómo hacer las cosas: evidentemente no hay ningún espíritu bueno allí. Tenemos que examinar bien el camino de nuestros sentimientos y el camino de los buenos sentimientos, del consuelo, cuando quiero hacer algo. Cómo es el principio, cómo es el medio y cómo es el final.
El estilo del enemigo - cuando hablamos del enemigo, hablamos del diablo, porque el diablo existe eh- su estilo, lo sabemos, es presentarse de forma disfrazada: empieza por lo que más apreciamos y luego nos atrae hacia sí, poco a poco: el mal entra en secreto, sin que la persona sea consciente de ello. Y con el tiempo la dulzura se convierte en dureza: ese pensamiento se revela como lo que realmente es.
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De ahí la importancia de este paciente pero imprescindible examen del origen y la verdad de los propios pensamientos; es una invitación a aprender de la experiencia, de lo que nos ocurre, para no seguir repitiendo los mismos errores. Cuanto más nos conozcamos a nosotros mismos, más percibiremos por dónde entra el mal espíritu, sus "contraseñas", las puertas de entrada a nuestro corazón, que son los puntos a los que somos más sensibles, para prestarles atención de cara al futuro.
Cada uno de nosotros tiene los puntos más sensibles, los puntos más débiles de nuestra personalidad: y ahí es donde el mal espíritu entra y nos lleva por el camino equivocado, o nos aleja del verdadero camino correcto. Voy a rezar pero me aleja de la oración.
Los ejemplos podrían multiplicarse a voluntad, reflexionando sobre nuestros días. Por eso es tan importante el examen de conciencia diario: antes de terminar la jornada, detente un rato. ¿Qué ha pasado? Ni en los periódicos, ni en la vida: ¿qué ha pasado en mi corazón? ¿Ha estado mi corazón atento? ¿Ha crecido? ¿Ha pasado por todo, sin que yo lo sepa? ¿Qué pasó en mi corazón? Y este examen es importante, es el precioso esfuerzo de releer la vida desde un punto de vista particular.
Notar lo que sucede es importante, es una señal de que la gracia de Dios está actuando en nosotros, ayudándonos a crecer en libertad y conciencia. No estamos solos: es el Espíritu Santo quien está con nosotros. Veamos cómo han resultado las cosas.
El auténtico consuelo es una especie de confirmación de que estamos haciendo lo que Dios quiere de nosotros, de que estamos caminando por sus sendas, es decir, por las sendas de la vida, de la alegría, de la paz. El discernimiento, en efecto, no se refiere simplemente a lo que es bueno o al mayor bien posible, sino a lo que es bueno para mí aquí y ahora: sobre esto estoy llamado a crecer, poniendo límites a otras propuestas, atractivas pero irreales, para no ser engañado en la búsqueda del verdadero bien.
Hermanos y hermanas, necesito entender, avanzar en la comprensión de lo que pasa en mi corazón. Y para ello necesitamos el examen de conciencia, para ver lo que ha pasado hoy. "Hoy me he enfadado allí, no he hecho eso...": ¿pero por qué? Ir más allá del por qué es buscar la raíz de estos errores.
"Hoy he sido feliz pero me he aburrido porque tenía que ayudar a esa gente, pero al final me he sentido lleno, lleno por esa ayuda": y ahí está el Espíritu Santo. Aprender a leer en el libro de nuestro corazón lo que sucedió durante el día. Hazlo, sólo dos minutos, pero te hará bien, te lo aseguro. Gracias.
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