De Rossi cuenta en sus memorias que el Santo Padre se conmovió hasta las lágrimas y se puso de rodillas para orar.
Algunas de las tumbas que descubrió De Rossi se encontraban vacías, debido a que muchas reliquias habían sido trasladadas a algunas Iglesias por los primeros cristianos.
Por ejemplo, los huesos de Santa Cecilia yacen en la hermosa basílica construida sobre su mansión, y los restos óseos de San Tarsicio fueron colocados en la Iglesia de San Silvestro in Capite.
En 1853, durante las excavaciones en el Cementerio de Pretextato en la Vía Apia, el equipo de trabajo encontró una tumba intacta. La losa tenía la inscripción:
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"Al alma de la inocente y pura Vibiana, despedida el día anterior a las calendas de septiembre".
La losa tenía tallada una hoja de laurel, símbolo de los mártires cristianos. Debajo de la loza yacía el esqueleto de una mujer con signo de haber sufrido una muerte violenta. El Papa Pío IX decidió canonizar a Santa Vibiana.
Una semana después, el Papa entregó las reliquias de Santa Vibiana al obispo de Monterrey, California, una diócesis que en aquel tiempo era tierra de misión.
En la actualidad, las reliquias de Santa Vibiana están consagradas en la Catedral de Los Ángeles.
Muchas otras reliquias de mártires cristianos hoy son custodiadas en Estados Unidos.
Las reliquias de Santa Martura se encuentran en la Iglesia Old St. Mary's en Cincinnati, Ohio. Las reliquias de un niño mártir, San Cesiano, de 8 años, fueron un regalo del Papa Pío al obispo de Dubuque, Iowa; las reliquias se encuentran debajo del altar mayor de la Catedral de San Rafael.