VATICANO,
El Papa Francisco presidió esta mañana en la Basílica de San Pedro del Vaticano la Misa en sufragio por los cardenales y obispos fallecidos durante el año.
A continuación, la homilía completa del Papa Francisco:
Las lecturas que hemos escuchado me provocan dos palabras: expectación y sorpresa. La espera expresa el sentido de la vida, porque vivimos a la espera del encuentro: el encuentro con Dios, que es el motivo de nuestra oración de intercesión de hoy, especialmente por los cardenales y obispos fallecidos durante el pasado año, por los que ofrecemos este sacrificio eucarístico en sufragio.
Todos vivimos a la expectativa, con la esperanza de escuchar un día aquellas palabras de Jesús: "Venid, benditos de mi Padre" (Mt 25,34). Estamos en la sala de espera del mundo para entrar en el cielo, para participar en ese "banquete para todos los pueblos" del que nos habló el profeta Isaías (cf. 25,6).
Dice algo que nos alegra el corazón porque hará realidad precisamente nuestras mayores expectativas: el Señor "abolirá la muerte para siempre" y "enjugará las lágrimas de todos los rostros" (v. 8). Es bonito cuando el Señor viene a secar las lágrimas. Y es feo cuando esperamos que sea algún otro y no el Señor quien las seque. Y es más feo todavía, no tener lágrimas.
Entonces podremos decir: "Este es el Señor en quien hemos esperado, aquel que seca las lágrimas; alegrémonos, gocemos de su salvación" (v. 9). Sí, vivimos a la espera de recibir bienes tan grandes y hermosos que ni siquiera podemos imaginarlos, porque, como nos recuerda el apóstol Pablo, "somos herederos de Dios, coherederos con Cristo" (Rm 8,17) y "esperamos vivir para siempre, esperamos la redención de nuestros cuerpos" (cf. v. 23).