El 2 de noviembre de 1982, durante el primer viaje apostólico de San Juan Pablo II a España, el Papa polaco pronunció una homilía en la que reivindicó el matrimonio, criticó el divorcio y defendió la vida humana ante la amenaza de legalización del aborto.
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Apenas unos días antes, el 28 de octubre, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) había ganado por mayoría absoluta las elecciones generales y una buena parte de la sociedad española temía que comenzara una ruptura con la tradición católica de España.
No en vano, uno de los líderes socialistas, Alfonso Guerra, proclamó en la euforia de esa noche electoral: "Vamos a poner a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió".
El Papa, ante una multitud de fieles congregados a lo largo del Paseo de la Castellana, la principal arteria de la ciudad de Madrid, proclamó la verdad magisterial sobre el matrimonio, la familia y la acogida de toda vida humana en una homilía de plena actualidad.
"Hemos sido confiados al Espíritu para que las palabras del Señor acerca del matrimonio quedasen para siempre en el corazón de todo hombre y toda mujer unidos en matrimonio", afirmó el Pontífice.