El cruce de la selva del Darién, como primera etapa de la ruta hacia los Estados Unidos, sigue siendo elegida por miles de migrantes a pesar de sus peligros; una realidad de la que la Iglesia ha pedido tomar conciencia.
Así lo expresó recientemente la Red Clamor, que articula el trabajo pastoral en América Latina a favor de migrantes y refugiados, en su campaña "El Darién no es el camino, es un tapón".
Esta selva es compartida por Panamá y Colombia, y es también llamada "tapón" por cortar toda comunicación terrestre, pues es el lugar donde se interrumpe la carretera Panamericana.
Sin embargo, a pesar de sus peligros, se ha convertido nuevamente en el camino que miles de migrantes, mayormente venezolanos, están recorriendo en las últimas semanas para llegar a Norteamérica.
Para ello, primero deben atravesar el norte de Colombia. Eso incluye cruzar en lancha el golfo de Urabá desde el poblado de Necoclí a Capurganá; y de ahí caminar por la selva durante una semana o más días.
En el caso de los venezolanos, cruzar la selva y Centroamérica no les asegura entrar a Estados Unidos, ya que el gobierno de Joe Biden estableció la semana pasada que solo aceptará a migrantes de Venezuela que lleguen vía aérea y tengan a alguien que los patrocine.