El P. Loring explicó que, “la Iglesia no pretende asustar a nadie, sino instruir, informar de la verdad” de tal manera que “la Iglesia avisa” de dos verdades de fe como son la existencia del demonio y el infierno.
Y remató el argumento: “¿No quieres hacer caso? Es tu problema. Ya te enterarás cuando te mueras”.
10. “Si sirve para hacer terroristas…”
El verano de 1996, el P. Loring conoció por la televisión que el autor del atentado contra los Juegos Olímpicos de Atlanta (EEUU) había aprendido a construir las bombas en Internet.
Ante el asombro del resto de jesuitas que le acompañaban, afirmó en voz alta: “Si Internet sirve para hacer terroristas, también será útil para hacer católicos”. Y así comenzó a evangelizar en la red.
11. Un pequeño Amazon, cuando no existía Amazon
En aquella época en España había solo unos 100.000 ordenadores conectados a Internet. El P. Loring creó la página “Para Salvarte” donde publicó gratis el texto completo de su catecismo.
Algunos le advirtieron de que así bajarían las ventas de su famoso libro, pero él respondió: “Venderé menos libros, pero predicaré más, que es lo que quiero”. Los malos augurios no se cumplieron y el P. Loring comenzó a vender sus libros por internet a todo el mundo. Un pequeño Amazon cuando no existía Amazon.
12. 90.000 preguntas respondidas
Gracias a Internet, el jesuita alcanzó la posibilidad de evangelizar en todo el mundo desde su querida Cádiz. “Internet es el mejor púlpito del mundo”, decía. Y tanto que lo fue, pues recibía unas 10.000 consultas al año.
Se calcula que respondió unas 90.000 cuestiones a través del correo electrónico. Uno de los que al parecer le hizo más ilusión fue el de un médico cubano de 34 años que le decía: “He sido ateo toda mi vida. Después de leer ‘Para Salvarte’ he pedido el Bautismo, he hecho la Primera Comunión y hoy soy un médico católico”.
13. “Hable más alto, por favor”
En los últimos años de su vida, el P. Loring perdió mucha audición, algo que, en cierta manera, le desesperaba. Probó con varios aparatos, algunos carísimos. En el confesionario, donde pasaba largos ratos, era frecuente oírle decir: “Hable más alto, por favor”.
Hombre poco dado al conformismo y con espíritu enérgico, no paró hasta que encontró una solución. Compró un sistema de escucha especializada para ornitólogos, de tal manera que se situaba en el confesionario con unos auriculares y una especie de telescopio parabólico en la mano que apuntaba a la boca del penitente.
14. Morir con las botas puestas
Pasados los 90 años, seguía trabajando 12 horas diarias. Cuando sus superiores en la Compañía de Jesús le preguntaban por cómo se encontraba, respondía: “Me quiero morir con las botas puestas; no quiero ir a Málaga a pasear y ver la tele. Solo quiero que me dejen trabajar”.
En Málaga hay una residencia para sacerdotes enfermos o ancianos. Y así siguió, con casi un siglo a la espalda, viajando solo a América llenando recintos de miles de fieles deseosos de oír y comprender la Palabra a través de su verbo enardecido.
El P. Loring partió a la Casa del Padre el día de Navidad del año del Señor de 2013, a los 92 años de edad.
Dona a ACI Prensa
Si decides ayudarnos, ten la certeza que te lo agradeceremos de corazón.
Donar