VATICANO,
En la Audiencia General de este miércoles 21 de septiembre, el Papa Francisco recordó el pequeño grupo de católicos de Kazajistán: "Esta condición, si es vivida con fe, puede llevar frutos evangélicos: sobre todo la bienaventuranza de la pequeñez, del ser levadura, sal y luz contando únicamente con el Señor y no en alguna forma de relevancia humana".
Ante los fieles presentes en la Plaza de San Pedro, a quienes saludó desde el papamovil, el Santo Padre reflexionó acerca de su viaje apostólico a Kazajistán, donde estuvo desde el 13 hasta el 15 de septiembre para participar en el VII el Congreso de los Líderes de las religiones mundiales y tradicionales.
Tras agradecer a las autoridades del país su acogida, el Papa destacó que durante este congreso se pone "las religiones en el centro del compromiso para la construcción de un mundo en el que nos escuchamos y nos respetamos en la diversidad. Esto no es relativismo, es escucharse y respetarse", aseguró.
Además, recordó que Kazajistán, "tras haberse liberado del yugo del régimen ateo, propone ahora un camino de civilización que mantiene unidos política y religión, sin confundirlas ni separarlas, condenando claramente fundamentalismos y extremismos".
Destacó también que tras la reunión de los líderes religiosos, se "aprobó la Declaración final, que va en continuidad con la que se firmó en Abu Dabi en febrero de 2019 sobre la fraternidad humana".
"¿Cómo no recordar a tantos mártires, hombres y mujeres de todas las edades, lenguas y naciones, que han pagado con la vida la fidelidad al Dios de la paz y de la fraternidad? Lo sabemos: los momentos solemnes son importantes, pero después está el empeño cotidiano, es el testimonio concreto que construye un mundo mejor para todos", defendió a continuación.