VATICANO,
Al comentar el Salmo 31, “Acción de gracias por el perdón de los pecados”, el Papa Juan Pablo II señaló durante su habitual audiencia general de este miércoles, que el sacramento de la confesión trae al hombre la alegría de ser perdonado.
Hablando ante unas 15 mil personas reunidas en la Plaza San Pedro al día siguiente de su onomástico, el Santo Padre señaló que en este salmo que la Iglesia reza en la Vísperas del Jueves de la Primera Semana, encontramos el “testimonio personal de un convertido”, que “habiendo cometido hechos graves, no tenía valor para confesar sus pecados a Dios”.
Según explicó el Pontífice, “era un tormento interior terrible, descrito con imágenes impresionantes”, y “sentía el peso de la mano de Dios, consciente de que como guardián de la justicia y la verdad, no es indiferente al mal”.
“Al no poder resistir más –continuó-, decide confesar su culpa, con una declaración valiente, que parece anticipar la del hijo pródigo de la parábola de Jesús” y Dios “responde en seguida con un generoso perdón”.
“Para los fieles arrepentidos y perdonados, a pesar de las pruebas de la vida, se abre un horizonte de seguridad, confianza y paz”.
El Señor, dijo el Santo Padre, “promete guiar al pecador convertido. Efectivamente, no basta haber sido purificados; después, es necesario caminar por la vía justa”.