Cada 14 de septiembre se celebra en muchos países la fiesta de la exaltación de la cruz y también inicia la novena al Padre Pío de Pietrelcina, el santo "crucificado" por el mismo Cristo por una particular razón.
En la fiesta de la exaltación de la Cruz se recuerda el retorno triunfante del Santo Madero a Jerusalén, luego de que fuera sustraído por los persas como botín de guerra. Se dice que el emperador Heraclio quiso usar todos sus ornamentos imperiales para acompañar la procesión, pero no pudo avanzar hasta que se despojó de los lujos de su vestimenta.
Algo similar le sucedió al Padre Pío de Pietrelcina, quien desde pequeño sufrió ataques del demonio y muy duras pruebas, mientras el Señor iba puliendo su alma para una misión especial.
De acuerdo al sitio web de vidas de santos corazones.org, antes de ingresar al seminario, tuvo una visión en la que Jesús le dijo que tenía que enfrentarse a una horrible criatura. El joven temeroso le suplicó que no le pidiera eso, pero el Señor le prometió estar a su lado.
Es así que se libra una feroz batalla y quedó con dolores insoportables por el cuerpo, pero venció.
Luego Cristo le dijo que se enfrentaría a este demonio por el resto de su vida, pero que no temiera, porque "yo estaré protegiéndote, ayudándote, siempre a tu lado hasta el fin del mundo".