La Guerra Cristera comenzó en 1926 como una respuesta espontánea de católicos en distintas partes de México a la represión, abusos y persecución religiosa del gobierno de Plutarco Elías Calles.
Los enfrentamientos culminaron en 1929, pero las relaciones oficiales entre la Iglesia y el Estado no se restablecieron hasta 1992.
López Padilla recordó que "bajo el manto de la Virgen de San Juan se erigió un seminario en esta ciudad, desde 1868, donde cientos de jóvenes se formaron desde lo que era secundaria, preparatoria, y humanidades".
"Y que de aquí salieron este semillero de hombres que participaron después de manera muy activa durante la guerra cristera, en diferentes trincheras", señaló.
Las Mejores Noticias Católicas - directo a su bandeja de entrada
Regístrese para recibir nuestro boletín gratuito de ACI Prensa.
Click aquí
Entre estos mártires, dijo, "tenemos a San Pedro Esqueda, patrono de los catequistas en México; y tenemos Santo Toribio Romo, patrono de los migrantes".
Además, señaló, figura el "Beato Anacleto González Flores, que también se formó en estas aulas y que de hecho su despertar intelectual, como él lo menciona, se dio en esta ciudad bajo el cuidado de la Virgen de San Juan".
"Todos ellos", aseguró, eran "devotos de la Virgen de San Juan" y "la visitaban a diario, porque ciertamente tenían que ir a Misa al santuario".
El historiador destacó que en la región conocida como Los Altos de Jalisco, donde se encuentra San Juan de Los Lagos, "se siguen recogiendo numerosos frutos de esta tierra bañada por la sangre y cristera".
Por eso, recordó, San Juan Pablo II, al visitar San Juan de Los Lagos el 8 de mayo de 1990, la llamó "tierra de mártires".
Esa herencia de los mártires, aseguró, ha convertido a la región en "uno de los bastiones, por así decirlo, más importantes del país y de América Latina, donde las tradiciones de la defensa de la fe, de la transmisión de la fe, se ven más arraigadas".