Jessica Hanna, una farmacéutica y madre católica de cuatro hijos, fue diagnosticada con cáncer de mama terminal cuando tenía solo 14 semanas de embarazo. Si bien varios médicos le aconsejaron abortar, ella eligió la vida y sobrevivió al cáncer.
El 1 de septiembre, en una entrevista a EWTN Pro-Life Weekly, Jessica aseguró que "este bebé me salvó la vida" y afirmó que la difícil experiencia que vivió "era Dios llamándome a algo muy grande".
La madre católica relató que detectó un bulto en su pecho, pero que los médicos le dijeron que solo era un tumor benigno. Dos semanas después, Jessica supo que estaba embarazada, y fue en su primera cita de obstetricia y ginecología donde le diagnosticaron con cáncer de mama.
Dijo que al inicio los médicos dijeron que el tumor era pequeño y que el cáncer estaba en etapa 1.
Sin embargo, después de la cirugía, confirmaron que el tumor medía 13 centímetros y que el cáncer estaba en etapa 4 o fase terminal.
Jessica, quien además de ser una católica devota es una apasionada defensora de la vida, dijo que su embarazo renovó su fe y la impulsó a dar testimonio de la confianza en Dios.