Cada 25 de agosto recordamos a la Beata María del Tránsito Cabanillas. Ella nació el 15 de agosto de 1821 en San Roque, Córdoba (Argentina). Integró la Tercera Orden de San Francisco y posteriormente se convirtió en la fundadora de las Hermanas Misioneras Terciarias Franciscanas.
“La madrecita”
Sus padres, Felipe Cabanillas y Francisca Antonia Sánchez, constituyeron una hermosa familia con once hijos, a los que educaron en la fe. En casa de los Cabanillas se percibía un ambiente muy vivo y afable, con las bendiciones y las dificultades propias de una familia numerosa. Prueba de lo presente que estaba Dios en casa fue que cuatro de los once hermanos, incluyendo a la Madre María del Tránsito, consagraron sus vidas a Dios como religiosos.
El nombre de pila de la beata fue María del Tránsito Eugenia de los Dolores, al que más adelante ella agregaría "de Jesús Sacramentado" a causa de su gran amor por la Eucaristía.
Durante su juventud tuvo dos grandes compañeras: sus hermanas Josefa y Nicasia. Para los demás hermanos -los menores-, dada la diferencia de edad, ella era “la madrecita”. Y es que así la sentían, porque los cuidaba con el celo de una auténtica madre.
El padre de María falleció cuando ella tenía 29 años, lo que dejó en el corazón de la beata una herida profunda porque él era su gran amigo. A veces, de manera misteriosa, Dios se vale de esas pérdidas tan difíciles de asimilar para forjar el corazón de sus hijos. Algo así parecía estar sucediendo con María: un tiempo después de la desaparición de su padre tuvo que sobreponerse además a la muerte de su madre y de sus hermanos Eufemia, Isabel y Emiliano, fallecidos todos en el lapso de un año por causas naturales.