Pisco,
"Con un corazón agradecido a Dios nuestro Padre le agradezco el don de la vida nuevamente recibida aquella noche", asegura el P. José Emilio Torres, sacerdote vicentino en Perú que se salvó de morir de un terremoto que golpeó violentamente al Perú y dejó cientos de fallecidos, un 15 de agosto de 2007.
"Fue una experiencia vivida desde lo más profundo de la fe en Dios. Fue una experiencia de abandono total a Él, fue una experiencia de morir y resucitar", describe el presbítero en una publicación de su cuenta de Facebook.
Eran las 6:41 p.m. del 15 de agosto de 2007, Fiesta de la Asunción, y muchos fieles acudieron a la Iglesia San Clemente de la ciudad de Pisco para celebrar a la Virgen, y por la Misa por el alma de un difunto. El P. Emilio terminaba de celebrar la Eucaristía y se dirigía a la sacristía cuando empezó a temblar la tierra.
El presbítero cuenta que regresó al altar para pedirle a la gente que salga con calma para no causarse daño, pero el terremoto remeció con más fuerza. De inmediato se cobijó en una de las columnas del altar mayor y empezó a experimentar una lucha espiritual.
"Vi al malo, era una sombra negra y ojos rojos como fuego que me miraba con odio porque no renegaba de Dios en ese trance, sino que me aferraba mucho más a Él", relata el P. Emilio.
"Tuve una conversación con mi Padre Dios, oración se llama, fue cuando sentía que me estaba muriendo y me decía a mí mismo así debe ser morirse, al inicio le decía que aceptaba lo que me daba y que si mis días llegaban hasta ahí le daba gracias", describe.