JERUSALÉN,
Según la tradición, el cuerpo de la Virgen fue llevado, en procesión, por los Apóstoles hasta un sepulcro en Getsemaní, al cual los católicos de rito latino pueden acceder de manera "oficial" una vez al año y celebrar una breve liturgia.
En el monte Sión, en Jerusalén, existe una Basílica llamada de la Dormición, donde se dice que la Virgen vivió y al final de su vida "durmió" ("dormitio" o dormición).
Los Apóstoles llevaron el cuerpo de María desde allí hasta una tumba en las inmediaciones de Getsemaní.
No obstante, Tomás, el "Apóstol incrédulo", llegó tarde al entierro y pidió ver el cuerpo de la Madre de Dios para despedirse. Es entonces cuando, al abrir la tumba, vieron que el cuerpo de María no estaba y se esparció un perfume agradable. La Virgen había sido llevada en cuerpo y alma al cielo.
Pero hay relatos que sostienen que en ese momento Tomás también dudó y que la Virgen le bajó del cielo un cinturón para que creyera en la Asunción. Otros incluso cuentan que por la noche se oyó una música celestial y que la Virgen se les apareció para decirles: "Alégrense, porque yo estaré con ustedes todos los días".
Sobre la tumba de la Virgen se elevó un templo en el que actualmente sólo ofician celebraciones los cristianos ortodoxos, griegos y armenios. Esta es la Iglesia Ortodoxa del Sepulcro de María.