Un año más la reliquia de la sangre de San Pantaleón se ha licuado en el convento de la Encarnación en Madrid (España), hasta donde se han desplazado numerosos fieles, aunque aún no se ha recuperado la afluencia de los años previos a la pandemia.
La Archidiócesis de Madrid ha difundido los testimonios de algunos de los devotos que se han acercado en este día motivados por razones diversas.
Flora reconoce que acude desde hace años puntual a la cita, en agradecimiento porque ante el prodigio de la sangre licuada comenzó su camino de amistad con Cristo.
"La primera vez que vine me impresionó y, en cierta manera, ahí empezó mi conversión", asegura. Desde entonces, cuando su fe no estaba asentada aún, aquello le animó a frecuentar la Iglesia.
A sus 87 años, María Pilar ha recorrido media ciudad en autobús para acudir al convento, donde ha rezado sobre todo por su salud. Pero no es el único motivo.
Bien le asoman las lágrimas cuando recuerda que su madre, siendo "la mayor de 12 hermanos, se vino a servir a Madrid y se los fue trayendo a todos".