Por primera vez desde 1835, los monjes del Monasterio de Silos, origen del canto gregoriano en España, se han visto obligados a abandonar el recogimiento de sus celdas. Esta vez no ha sido por decisión política de los enemigos de la Iglesia, sino por precaución ante el fuego.
Al menos ocho edificios del pueblo han sido destruidos por el paso de las llamas que están arrasando los terrenos circundantes a la localidad de Santo Domingo de Silos, y más de 500 personas han sido desalojadas.
En declaraciones a ACI Prensa, los monjes han explicado que han sido acogidos en la hospedería del monasterio benedictino femenino de Santa María, en la cercana localidad de Aranda de Duero.
Los monjes han mostrado su preocupación por los vecinos del pueblo, que también se han visto obligados a salir de sus casas, y su desolación por los destrozos causados por el fuego tanto en el pueblo como en el entorno natural y los negocios agrícolas y ganaderos.
Desamortización de Mendizábal
La salida de los monjes de su cenobio no sucedía desde que el poderosísimo ministro Juan Álvarez de Mendizábal puso en marcha un proceso de expropiación forzosa de los bienes eclesiásticos, para poder sostener la guerra contra los tradicionalistas carlistas frente a los liberales partidarios de Isabel II.