REDACCION CENTRAL,
André Silvestre, un hombre brasileño de 64 años, repite todos los días la misma rutina: sale de su casa a las 5:30 a.m. para recolectar latas y botellas de plástico, separarlas, triturarlas, venderlas, y donar las ganancias a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
ACN financia en la actualidad un total de 5.298 proyectos pastorales y de emergencia en 132 países de necesidad, en favor de miles de cristianos necesitados, discriminados y perseguidos.
Silvestre, un benefactor de ACN que vive en Caçapava (Sao Paulo), dijo que con esta acción solidaria "todos ganan", especialmente él.
"Estoy mucho más saludable desde que comencé a hacer ejercicio por las mañanas, incluso he perdido algunos kilos que me perseguían desde que me casé", contó a ACN.
Silvestre no necesita hacer este trabajo para subsistir, ya que cuenta con un trabajo estable.
La idea de esta obra de caridad surgió cuando conoció un anciano de 81 años llamado Antônio. El anciano caminaba 10 kilómetros todos los días recogiendo botellas y latas que luego clasificaba y vendía para su propio sustento.