"Mis padres son dos personas con mucha fe y yo fui al colegio de los Jesuitas, donde tuve una formación Mariana muy grande", dijo Pablo.
"Todavía me acuerdo de una estrofa del himno del colegio: 'Bajo tu manto sagrado, mi Madre aquí me dejó. Señora ya eres mi madre, no me abandone tu amor.' Y yo esa frase me la repito siempre en los días difíciles".
"Una madre no abandona a su hijo, y mucho menos la Virgen, y eso me ayuda a seguir adelante. La vida viene como viene y lo que hay que hacer es intentar ser felíz y dar gracias a Dios con la vida, con el ejemplo y con coherencia", defendió.
El pasado 19 de abril, después de casi dos años y medio de baja debido a la amputación de una pierna y un tumor que le encontraron en un riñón, Pablo volvió a dar clases a sus alumnos de la Universidad Francisco de Vitoria.
"Me llevo muy bien con muchos de mis alumnos, me siguen en instagram @untrasplantado, donde van viendo distintas cosas. Les ha llamado la atención la forma de afrontar los problemas y la coherencia".
"Yo tengo unos muy visibles y llamativos pero todos tenemos problemas. Les ayuda ver mi fe, mi fortaleza, ver que siempre voy con una sonrisa".
"Descubrir que en la vida hay algo más que es estar bien o mal. La gran mentira de la humanidad es cuando la felicidad va ligada a la salud, y eso no es así, yo he sido una persona muy feliz", aseguró.
Pablo también habló de su mujer y su hija, su "pilar fundamental" y "un regalo divino" por el que no para de dar las gracias a Dios, ya que "me dan cada día la fuerza que la salud me quita".
Pablo con su mujer Sara y su hija Amelia. Crédito: Instagram @untrasplantado
Diario de un trasplantado
En 2020 publicó su libro "Diario de un trasplantado", que escribió "como una forma de apostolado, en el hablo de cómo la enfermedad me ha ayudado a valorar el regalo que es la vida".
"También doy muchas conferencias, donde veo que personas que llevan alejadas de Dios de repente se han acercado. Después de una conferencia que hice hace poco, me enteré de que un señor se confesó después de 40 años, y solo por eso merece la pena".
"Con mi enfermedad firmé un cheque en blanco con Jesús, en el que le dije que venga lo que tenga venir, pero que me diera fuerza para afrontarlo", concluyó.
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