El P. Simone señaló que Felipe Neri intentaba de alguna manera "esconder" su santidad para mantener su humildad. Por ello trataba en muchas ocasiones de mostrarse incluso "como un loco".
"A él no le gustaba cuando la gente iba a Misa para presenciar sus fenómenos místicos. Por ello terminó por celebrar las Misas en privado", señaló.
San Felipe Neri levitaba, tenía visiones, el don de la bilocación e incluso durante su autopsia se descubrió que el tamaño de su corazón era más grande de lo normal.
El P. Simone explicó a ACI Prensa que en 1544 el santo vivió un fenómeno muy particular, "cuando el Espíritu Santo ingresó dentro de su corazón, no solamente de forma espiritual, sino también de forma física, por eso se dilató su corazón, lo que provocó la rotura de dos de sus costillas".
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Este hecho se supo al final de su vida, cuando Felipe se lo contó al médico y a otras pocas personas. "Para calmar a la gente, convertirla y hacerles sentir la presencia del amor de Dios también físicamente, les abrazaba y les apoyaba sobre su pecho, a fin de transmitir la presencia del Espíritu".
De hecho, él siempre defendió que la Palabra de Dios debe llegar al corazón, sin argumentos filosóficos o teológicos, sino que se necesita un encuentro con las personas en la vida ordinaria, "un corazón que hable al corazón".
¡Paraíso, paraíso!
"Él sabía que todo pasa, que la vida, la belleza, la riqueza, todo pasa. Ante esto, en lugar de caer en la desesperación y pensar que esta vida no tiene sentido, defendía que lo único que importa es Jesús, y por ello nos podemos reír de todo el resto, incluso de nosotros mismos", explicó el sacerdote.
"La alegría del santo era la certeza de que solamente Dios permanece. De hecho, siempre se negó a llevar el capelo cardenalicio, y lo lanzaba por los aires mientras gritaba: ¡Paraíso, paraíso!".
"En ocasiones, en lugares de cierta importancia donde esperaban encontrarse con un santo perfecto y austero, él aparecía con un lado de la barba afeitado y el otro sin afeitar. Ante un mundo ligado a la apariencia, él sabía que sólo el Señor importaba, que sólo Dios debe ser el faro de nuestra vida y lo mostraba a través de sus actos de grandísima libertad y de forma original".