El dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado por el Papa Pío IX en su bula Ineffabilis Deus el 8 de diciembre de 1854. Desde entonces, la Iglesia Católica celebra cada 8 de diciembre la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María.
"[…] la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano […]", dijo.
El dogma de la Maternidad Divina fue proclamado por el Papa San Clementino I en el Concilio de Efeso del año 431, quien declaró que sea anatema o excomulgado todo el que no confiese que "la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne", Jesucristo.
Luego, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla. El Concilio Vaticano II indica que la Virgen es honrada bajo este título desde la antigüedad y que los fieles acuden suplicantes a ella en todos sus peligros y necesidades.
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La Solemnidad de María, Madre de Dios, se celebra el 1 de enero de cada año, y es la más antigua que se conoce en Occidente.
Sobre el dogma de la Perpetua Virginidad el Papa Juan Pablo II señaló en 1996, que "la fe expresada en los evangelios" sobre la virginidad de María "es confirmada, sin interrupciones, en la tradición posterior", y que las definiciones de "los concilios ecuménicos y del Magisterio pontificio […] están en perfecta sintonía con esta verdad".
El santo dijo que el Concilio de Calcedonia de 451, el tercer concilio de Constantinopla de 681 y otros concilios ecuménicos como el Constantinopolitano II, Lateranense IV y Lugdunense II, declaran a María "'siempre virgen', subrayando su virginidad perpetua".
"El concilio Vaticano II ha recogido esas afirmaciones, destacando el hecho de que María, 'por su fe y su obediencia, engendró en la tierra al Hijo mismo del Padre, ciertamente sin conocer varón, cubierta con la sombra del Espíritu Santo'", agregó.
"Aunque las definiciones del Magisterio, con excepción del concilio de Letrán del año 649, convocado por el Papa Martín I, no precisan el sentido del apelativo 'virgen', se ve claramente que este término se usa en su sentido habitual: la abstención voluntaria de los actos sexuales y la preservación de la integridad corporal. En todo caso, la integridad física se considera esencial para la verdad de fe de la concepción virginal de Jesús", precisó.
Sobre la Asunción de la Virgen María, desde el año 1849 el Vaticano recibió peticiones para que la Asunción de la Virgen sea declarada dogma de fe, y en 1950, el Papa Pío XII lo declaró dogma en la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus.