Nuestra Señora de Kiev es uno de los iconos más venerados en Oriente, tanto por los ucranianos como por los rusos, y está considerado entre los más famosos del mundo. Sin embargo, es también conocido como Nuestra Señora de Vladimir y es de los más antiguos, ya que llegó a la actual capital ucraniana en 1134.
Este icono se ha convertido también en uno muy importante por otra razón; pero primero, un poco de historia.
"Kiev es una ciudad santa porque es una ciudad mariana 'por excelencia'", dijo el Papa San Juan Pablo II cuando la visitó el 22 de noviembre de 1987.
"En ella, se invoca a la Virgen que ora como protectora de la ciudad", añadió el Pontífice, que se refería a la "Santa Oranta", una antigua representación en mosaico de la Madre de Dios en la Catedral de Santa Sofía. La descripción también puede encajar con Nuestra Señora de Kiev.
El icono bizantino de Nuestra Señora de Kiev llegó poco después de que la Rus de Kiev, la antigua federación de tribus eslavas, se hiciera cristiana en su totalidad en 988. Medio siglo después, en 1037, Yaroslav el Sabio, el Gran Príncipe de Kiev, dedicó Ucrania a María. Desde entonces hasta el presente, Nuestra Santísima Madre es conocida como "Reina de Ucrania".
Para entonces, ya en 1034 había llegado desde Constantinopla el icono de Nuestra Señora de Kiev. Según la tradición, fue obra de un monje y enviado como regalo del patriarca de Constantinopla al príncipe Mstislav, hijo del rey Volodymyr de la Rus de Kiev.