BUENOS AIRES,
Frente a más de 70 mil peregrinos que se reunieron en la Basílica de Guadalupe a las afueras de Santa Fe, el Arzobispo local, Mons. José María Arancedo, recordó la tragedia ocasionada hace un año por el desborde del río Salado y reafirmó que “Santa Fe está herida pero no vencida”.
“Queremos rezar por los muertos y aquellos sufren actualmente todas las vicisitudes y reclamos justos, a la vez que pedimos que haya una mirada de mucha esperanza para reconstruir los lazos de confraternidad y convivencia”, expresó el Prelado.
Asimismo, el Arzobispo resaltó “el orden y las demostraciones de fe” de los miles de peregrinos que participaron a lo largo del fin de semana de la tradicional celebración, a la que definió como una “referencia religiosa, cultural y de la fe del pueblo santafesino”.
“En estos momentos difíciles de Santa Fe queremos llevar el mensaje del Evangelio de Jesucristo de justicia, de verdad, de amor y de paz”, afirmó el Prelado y agregó que “por eso también le pedimos a la Virgen que nos acompañe para poder ser testigos y protagonistas de una ciudad en la cual brille ese rostro de justicia, de verdad, de amor y de paz en esta Santa Fe herida pero no vencida”.
Mons. Arancedo presidió la procesión y la Misa central que clausuró la celebración en honor a la Guadalupana, acompañado por el Nuncio Apostólico en Argentina, Mons. Adriano Bernardini, y el Arzobispo de Reconquista, Mons. Andrés Stanovnic.
La 105º peregrinación arquidiocesana a la Basílica de Guadalupe coincidió ayer con los 225 años del inicio de la construcción de la primitiva capilla, y también con el centenario de la colocación de la piedra fundamental de la actual iglesia y el cincuentenario de la declaración de Basílica al templo ubicado en la calle Javier de la Rosa.