VATICANO,
Este viernes se cumple una semana de la consagración que hizo el Papa Francisco de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de la Virgen María, pero también de la jornada penitencial "24 horas para el Señor", día en que el Vaticano fue escenario de confesiones multitudinarias, tal como relató este sacerdote.
El 25 de marzo el Papa pidió a la Virgen María el fin de la guerra en Ucrania, y lo hizo en torno a miles de fieles que aquella tarde habían recibido el don del perdón gracias, en gran parte, al servicio humilde de sacerdotes como el que me encontré a la salida de San Pedro.
A las puertas de la Basílica de San Pedro, una vez concluida la histórica consagración, tan sólo se veían rostros de alegría.
Podía sentirse un ambiente de paz y serenidad que emanaba desde los distintos grupos de personas que se iban amontonando en torno al templo para comentar, con asombro y todavía a baja voz, lo que acababan de presenciar hace apenas unos instantes.
Uno de ellos, incluso, afirmó que esta ceremonia había sido lo más importante del pontificado del Papa Francisco.
El Santo Padre había realizado la consagración citando expresamente a ambos países y habiendo invitado a los obispos del mundo a acompañarle, tal y como en 1917 la Virgen de Fátima había pedido que se hiciera en su mensaje a los pastorcitos.