VATICANO,
La instrucción Redemptionis Sacramentum, que regula la celebración de la Eucaristía incluye una sugerencia que podría resultar muy útil para que todos resguarden la práctica del sacramento. Sostiene que cualquier fiel puede denunciar abusos o situaciones extrañas que caractericen la Misa a la que asisten.
La instrucción señala que “cualquier católico, sea sacerdote, sea diácono, sea fiel laico, tiene derecho a exponer una queja por un abuso litúrgico”.
Al respecto sostiene que la denuncia debe ser hecha con “veracidad y caridad” primero ante “el Obispo diocesano o el Ordinario competente que se le equipara en derecho” y, de no recibir respuesta, acudir a la Sede Apostólica.
El texto recuerda que al obispo diocesano le corresponde “dentro de los límites de su competencia, dar normas obligatorias para todos, sobre materia litúrgica”, promover la disciplina y “vigilar para que no se introduzcan abusos en la disciplina eclesiástica, especialmente acerca del ministerio de la palabra, la celebración de los sacramentos y sacramentales, el culto de Dios y de los santos”.
También pide a los obispos que cuando se trata de hechos graves, éstos deberán comunicarse “a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos”.
La instrucción pide que “todos procuren, según sus medios, que el santísimo sacramento de la Eucaristía sea defendido de toda irreverencia y deformación, y todos los abusos sean completamente corregidos. Esto, por lo tanto, es una tarea gravísima para todos y cada uno, y, excluida toda acepción de personas, todos están obligados a cumplir esta labor”.