Un mes después de que comenzó la invasión de Rusia a Ucrania, más de 3,2 millones de mujeres y niños han tenido que abandonar su país. Llegar a la decisión de tener que salir de sus ciudades, dejar sus casas y tan sólo llevar consigo una pequeña maleta no fue nada sencillo. Durante semanas, sufrieron el asedio y los ataques por el avance de las tropas rusas.
Hay quienes fueron bombardeadas sus casas y destruidas sus ciudades. En estado de shock por el miedo, empacaron lo mínimo indispensable en pequeñas maletas, donde metieron ropa, medicinas y algunos recuerdos.
Una de ellas es la hermana Paula Jagoda, que llegó hace algunos días a Polonia y ahora trabaja como voluntaria en Przemyśl para Cáritas Polonia.
Aunque nació en Polonia, lleva 27 años viviendo en Ucrania. No fue fácil para ella dejar este país, y aún recuerda con lágrimas en los ojos los últimos días cuando tuvo que salir del convento en la ciudad de Malyns'kyi, cerca de Kiev.
Ella, junto con cinco hermanas, condujo hasta la frontera polaca. Una vez que llegaron a la frontera tuvieron que esperar durante 25 horas.
Ahora, ya a salvo, asegura que no puede aceptar no poder trabajar en Ucrania, y por eso no quiere alejarse de la frontera, para poder ser la primera en volver a Ucrania en cuanto termine la guerra.