21 de noviembre de 2024 Donar
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Ante las dramáticas circunstancias, el acto de consagración "es urgente”, afirma Cardenal

Cardenal Piacenza. Foto: Wikipedia/Dominio Público

Ante la histórica ceremonia que tendrá lugar esta tarde en la Basílica de San Pedro, donde el Papa Francisco consagrará Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, el Cardenal Mauro Piacenza aseguró que se trata de un "acto urgente" que tendrá "una eficacia propia que, aunque no sea medible con criterios puramente humanos, puede cambiar también el curso de la historia". 

En una entrevista recogida por ACI Stampa, publicación en italiano del Grupo ACI, el penitenciario mayor reflexionó acerca de la celebración penitencial "24 horas para el Señor", que comenzará a las 5:00 p.m (hora de Roma) en la Basílica de San Pedro y concluirá con el acto de consagración.  

El Cardenal aseguró que el hecho de que esta ceremonia penitencial, celebrada desde 2014 al final del Curso del Fuero Interno, haya coincidido con la Solemnidad de la Anunciación, "es pura providencia" y algo que "nos invita a reflexionar sobre la extraordinaria figura de María, Madre de Misericordia, porque es la Madre del Salvador". 

"María misma es un signo luminoso de misericordia para toda la humanidad, un signo que el Padre manifiesta y nos ofrece continuamente", dijo.  

Respecto al acto de consagración, el Cardenal Piacenza aseguró que "como demuestran las dramáticas circunstancias, se trata de un gesto que no sólo sigue siendo pertinente, sino que es incluso urgente". 

"La paz está íntimamente ligada a la misericordia. La paz interior de cada persona, la paz del corazón, la paz de la conciencia, depende de la misericordia divina, del conocimiento de que las propias contradicciones y pecados sólo pueden resolverse en el abrazo del amor del Padre. No hay paz sin justicia y no hay paz sin misericordia", aseguró el Cardenal.  

Por tanto, el Purpurado aclaró  que "el vínculo entre la paz y la misericordia está profundamente arraigado en la voluntad de Dios, que debe convertirse cada vez más en la voluntad de los hombres: aprender a tener misericordia unos con otros, siguiendo el ejemplo de un Padre misericordioso, es la condición necesaria para la paz también entre las naciones". 

A continuación, señaló que la Virgen de Fátima pidió a través de Sor Lucía que le consagrara Rusia para mitigar los dramas del siglo XX, una petición que para el cardenal "sigue siendo pertinente, hasta el punto de que el Papa ha ordenado que la misma consagración tenga lugar al mismo tiempo en Portugal, en Fátima". 

Asimismo, el Cardenal Piacenza recordó que el entonces Papa Benedicto XVI aseguró que la misión profética de Fátima no había terminado y defendió que los Papas siempre han querido lo mejor para la Iglesia y la humanidad, "evitando consecuencias imprevisibles y posiblemente incluso peligrosas, con gestos que probablemente no habrían sido comprendidos adecuadamente". 

"Todo acto de consagración es y debe ser una llamada radical a la conversión personal, eclesial y social", aseguró. 

En cuanto a las apariciones Marianas confirmadas por la Iglesia, el purpurado señaló que "Fátima tiene ciertamente su propia especificidad, ya que se trata de una aparición profética, que entra profundamente en los acontecimientos históricos y apunta a la conversión como instrumento de salvación y de paz". 

"Fátima también se caracteriza por este acento profético que otras apariciones no destacan tan claramente", explicó. 

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Por último, el Penitenciario apostólico dijo estar seguro de que el gesto del Papa será "eficaz frente a la guerra en Ucrania", aunque " quizá no podamos medir inmediatamente lo que Dios querrá obrar. No nos corresponde a nosotros, los hombres, medir el poder de la intercesión mariana con la misericordia divina, que en una visión de la teología de la historia tiene poder sobre todas las cosas". 

También defendió que "la consagración al Corazón Inmaculado de María no exime al hombre de sus responsabilidades y de usar su libertad de forma coherente con la verdad y el bien".  

"La consagración tendrá una eficacia propia que, aunque no sea medible con criterios puramente humanos, puede cambiar también el curso de los acontecimientos de la historia, con la certeza de que, como la misma Virgen María ha prometido, su Corazón Inmaculado triunfará. Al final triunfará. Y será el triunfo de la misericordia divina", concluyó. 

 

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