Las religiosas en Ucrania también sufren los embates de la guerra, pero el miedo y los peligros no impiden que sigan ayudando a los fieles locales, con la esperanza puesta siempre en el Señor, sostenidas por las oraciones y la ayuda de los católicos de todo el mundo.
Magda Kaczmarek, responsable de los proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) para Ucrania, está en contacto con diversas congregaciones religiosas en las zonas de guerra y comparte el testimonio de una hermana de un convento en el norte del país.
Por razones de seguridad ACN reserva el nombre de la religiosa y el lugar donde está, pues allí "se está librando una batalla feroz".
Ante los constantes ataques rusos, las religiosas han tenido que refugiarse varias veces en el sótano y duermen con el hábito puesto para poder salir ante cualquier emergencia; apagan todas las luces por las noches para evitar ser blancos de los bombardeos; y ahora incluso tienen un teléfono móvil con ellas cuando rezan para saber si es que hay un ataque.
Kaczmarek dijo que el sótano del convento ya no es tan seguro y las religiosas han tenido que resguardarse en un refugio antiaéreo. Varias bombas han caído ya cerca del convento, dejando como víctimas a una joven familia vecina.