VATICANO,
El Cardenal Pietro Parolin presidió la Misa este Miércoles de Ceniza con el rito de la bendición e imposición de cenizas que se celebró en la Basílica de Santa Sabina de Roma.
El día amaneció despejado en la capital italiana y todavía bajo el sol de la tarde, sacerdotes, obispos, cardenales y algunos fieles se trasladaron en procesión desde la Iglesia de San Anselmo hasta la Basílica de Santa Sabina, en la colina Aventino, donde el Cardenal Pietro Parolín presidió la primera estación de la Cuaresma.
En esta jornada de ayuno y oración por la paz en Ucrania, el Cardenal leyó las palabras del Papa Francisco, que se encuentra en reposo médico por un fuerte dolor en la rodilla, ante una basílica abarrotada, muy diferente a lo que se vivió el año pasado debido al covid.
La recompensa eterna
En la homilía de este Miércoles de Ceniza, el Santo Padre diferenció entre dos tipos de recompensas a las que las personas pueden aspirar: la del Padre y la de los hombres.
"La primera es eterna, es la verdadera y definitiva recompensa, el propósito de la vida. La segunda, en cambio, es transitoria, es un disparate al que tendemos cuando la admiración de los hombres y el éxito mundano son lo más importante para nosotros, la mayor gratificación", señaló.