¿La repercusión más grave de la pandemia no está quizá precisamente en el extravío de los más jóvenes? Los ancianos tienen recursos de vida ya vivida a las cuales pueden recurrir. ¿Verán a los jóvenes que pierden su visión y los acompañarán calentando sus sueños?
Ante los sueños de los ancianos, ¿qué pueden hacer los jóvenes?
La sabiduría del largo camino que acompaña la vejez a su despedida debe ser vivida como un don de sentido de la vida, no consumida como inercia de su supervivencia. La vejez, si no es restituida a la dignidad de una vida humanamente digna, está destinada a cerrarse en un abatimiento que quita amor a todos.
Este desafío de humanidad y de civilización requiere nuestro compromiso y la ayuda de Dios. Pidámoslo al Espíritu Santo. Con estas catequesis sobre la vejez, quisiera animar a todos a invertir pensamientos y afectos en los dones que esta lleva consigo y a las otras edades de la vida. La vejez es un don para todas las edades de la vida, es un don de madurez, de sabiduría. La Palabra de Dios nos ayudará a discernir el sentido y el valor de la vejez; el Espíritu Santo nos conceda también a nosotros los sueños y las visiones que necesitamos.
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La vejez es un don, para todas las edades de la vida. Es un don de madurez, de sabiduría. Quisiera subrayar, como hemos escuchado en la profecía de Joel, al inicio, lo importante no es solo que el anciano ocupe el lugar de sabiduría que tiene, de historia vivida en la sociedad, pero también que exista un coloquio, de interlocución con los jóvenes… este puente será la transmisión de la sabiduría en la humanidad.
Espero que estas reflexiones sean de utilidad para todos nosotros, para llevar adelante esta realidad que decía el profeta Joel. Que en el diálogo entre jóvenes y ancianos, los ancianos puedan dar sus sueños y los jóvenes puedan recibirlos y llevarlos adelante. No olvidemos que en la cultura, sea familar, social, los ancianos son como las raíces de un árbol. Tienen toda la historia ahí. Los jóvenes son como las flores y los frutos. Si no llega la savia de las raíces, nunca podrán florecer. No olvidemos aquel poeta del que he hablado tantas veces, "todo aquello que en el árbol ha florecido, viene de aquello que está bajo tierra".
Todo aquello bonito que tiene una sociedad, es gracias a las raíces de los ancianos. Por eso, en esta catequesis, yo querría que la figura del anciano venga hacia arriba, que se entienda bien que el anciano no es material de descarte, sino una bendición para la sociedad.
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