Sobre el primer punto, Mons. Munilla cuestionó: "¿Aspiramos a obtener el reconocimiento de este mundo? ¿Bailamos o dejamos de hacerlo, tal vez, dependiendo de quién nos mire o nos deje de mirar en cada momento?".
"Por ello, me atrevo a proponeros este ideal, y le pido a Dios la gracia de vivirlo yo mismo: ¡Baila como si nadie te estuviese mirando! En realidad, lo único importante es la mirada de Dios. ¡Las cosas son lo que son para Dios, y nada más!", destacó.
Respecto al segundo punto, "ama como si nunca te hubiesen herido", el Prelado español indicó que "el amor y la esperanza cristianas son capaces de reiniciarlo todo desde cero, sin permitir que las heridas del pasado nos descarrilen en el momento presente; más aún, abriendo nuestro corazón para dar una oportunidad a la sanación".
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"Amar a fondo perdido no es de tontos, sino que es de sabios. Jesús nos dijo aquello de: 'no devolváis mal con mal, al contrario, venced el mal a fuerza de bien' y 'amad a vuestros enemigos', y ha llegado el momento de ponerlo en obra".
En cuanto al tercer punto, "trabaja como si no necesitases dinero", el Obispo dijo que "la pobreza evangélica no se refiere solamente al dinero –que también- sino a todo apego que nos impida tener un corazón desprendido para poder amar a Dios. Por ejemplo, es clave que vivamos la pobreza de ambiciones y de honores humanos".
Mons. Munilla destacó que "la tarea de la evangelización requiere de nosotros que compitamos por ocupar el último puesto. De pelearnos –si tuviésemos que 'pelearnos' por algo-, lo haremos por ocupar el último puesto. Competiremos por coger la escoba y por servir a los más humildes".
"Cuando los pobres, los enfermos, los ancianos, los presos, los solitarios, los depresivos llegan a cambiar nuestros horarios, planes, previsiones, el estado de nuestra cuenta corriente, entonces habrá entrado Jesús en nuestra vida. Dios nos libre de los criterios mundanos que hacen infecunda la tarea de la evangelización".
Para concluir, el Prelado encomendó su ministerio "al cuidado maternal de la Virgen María y al cuidado paternal de San José, al tiempo que pido la intercesión de San Ignacio de Loyola y de San Vicente Ferrer".
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