El Custodio Franciscano de Tierra Santa explicó sobre esta fiesta que, "cuando Jesús entró en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan junto a los pecadores, expresa la solidaridad de Dios con la humanidad pecadora, es decir, con cada uno de nosotros, y la intención de Dios de salvar a toda la humanidad y a cada uno de nosotros".
"No es el agua lo que purifica al Cristo, sino el Cristo que santifica el agua. Este es el significado de la Encarnación del Hijo de Dios: en el momento en que Cristo comienza a frecuentar la humanidad pecadora, la humanidad pecadora comienza a experimentar la benevolencia, el amor, la santidad, la salvación de Dios", continuó.
Finalmente, el Custodio subrayó que, "con el bautismo, la vida se convierte en vocación para una misión".
"Que tengamos la gracia de reconocer que somos objeto del amor personal del Padre, que somos bautizados en el Espíritu y en el fuego para tener en nosotros los sentimientos del Hijo. Que podamos recibir la gracia de compartir y continuar la misión de Jesús tomando en serio nuestra vocación y misión", concluyó.
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Fray Mario Maria Hadchiti, párroco de Jericó, dijo el 9 de enero que "el mensaje de esta fiesta nos empuja a animar a la gente a quedarse en esta tierra, porque Jesús se encarnó en esta tierra".
"En el evangelio de hoy también encontramos la figura de San Juan Bautista, hombre libre y valiente, que predicó a la gente sin hacer distinciones. La palabra de Dios sigue vigente ayer, hoy y siempre", agregó.
La peregrinación continuó después hasta el monasterio greco-ortodoxo de las Tentaciones, también conocido como Monte de la Cuarentena, en los alrededores de Jericó, reconocido desde hace siglos como el monte donde Jesús sufrió las tentaciones.
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