"No por méritos que hubiéramos adquirido, sino por su sola misericordia, nos salvó con el baño del nuevo nacimiento y la renovación por el Espíritu Santo", indica.
8. Primera Carta de Pedro 3:21
"Para ustedes, todo esto es símbolo del bautismo que ahora los salva, que no consiste en lavar la suciedad del cuerpo, sino en el compromiso con Dios de una conciencia limpia", dice el texto.
Armstrong recordó que al igual que en "Marcos 16:16", este versículo es tan claro y obvio que cierra cualquier duda sobre si el Bautismo nos salva o no.
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Además, dijo que la Primera Carta de Pedro 3: 14-22; 4: 1, es "muy instructiva", pues allí se recuerda que Cristo, tras morir por nuestros pecados y resucitar por el Espíritu Santo, "fue a proclamar también a las almas encarceladas: a los que en un tiempo no creían, cuando la paciencia de Dios esperaba y Noé fabricaba el arca, en la cual unos pocos, ocho personas, se salvaron atravesando el agua".
Explicó que "la Biblia suele usar cosas naturales como símbolos de las sobrenaturales, por ejemplo, Jonás estuvo en el vientre de una ballena tres días y luego emergió vivo como un símbolo de que Jesús estuvo muerto durante tres días y luego resucitó. Muchas parábolas usan un paralelismo similar".
En el caso de este versículo, las ocho personas que se "salvaron" en el "arca" refiere no solo a una "'salvación' física y totalmente natural de ahogarse", sino que San Pedro lo utiliza como una "ilustración del sacramento sobrenatural del Bautismo", donde "el Arca es un prototipo natural de algo sobrenatural".
Además, en el texto San Pedro dice que "este Bautismo no fue simplemente 'una remoción de la suciedad del cuerpo'- algo físico, natural-, sino que se relaciona con sufrir (3:14, 16-17; 4: 1) y ser resucitado con Cristo (3:21), tal como también enseñó San Pablo -aún más explícitamente- en Romanos 6: 3-4", dijo Armstrong
9. Hechos de los Apóstoles 8: 12-13
"Pero, cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba la Buena Noticia del reino de Dios y el nombre de Jesús Mesías, todos, hombres y mujeres, se bautizaron. También Simón creyó y se bautizó, y seguía constantemente a Felipe, asombrado al ver los grandes milagros y señales que hacía", indica el texto.