Este 2 de enero se conmemora en Occidente la festividad de San Basilio El Grande, un hombre contemplativo, caritativo y de fe inquebrantable que logró unir Oriente y Occidente.
San Basilio El Grande es venerado como santo en la Iglesia ortodoxa, siendo uno de los cuatro principales Padres de la Iglesia Griega. Además, es reconocido como santo y Doctor de la Iglesia Católica.
San Basilio provenía de un lugar impregnado de santidad: nació en el año 330 en el seno de una familia piadosa en Cesarea, Capadocia. Tanto su hermano, Gregorio de Nisa, como su hermana, Macrina, son reconocidos como santos, al igual que su erudita abuela, Santa Macrina. Incluso su mejor amigo en la juventud, San Gregorio de Nacianceno, compartía su camino espiritual.
A pesar de dar muestras de tener una brillante carrera académica, ya que estudió con los mejores filósofos y maestros de Constantinopla, Basilio sorprendió a todos al abandonar repentinamente el mundo y decidir convertirse en ermitaño en el desierto. Fue bautizado y, tras visitar monasterios en Siria, Palestina, Mesopotamia y Egipto, finalmente se estableció junto al río Iris en Ponto en el año 358. En este lugar, para su sorpresa, atrajo a numerosos seguidores y fundó el primer monasterio en Asia Menor, a pesar de no tener formación formal para ello.
Siguiendo el ejemplo de su hermana, quien había iniciado una vida monástica para mujeres años antes, San Basilio fundó una comunidad contemplativa para hombres. La Regla de San Basilio, única por su formato catequético de preguntas y respuestas, se basaba en lograr que grupos de hombres vivieran en armonía a partir de sus propias respuestas. Esta regla ha perdurado en Oriente hasta el día de hoy, equilibrando el trabajo duro y práctico con largos períodos de contemplación.
Aunque pudo haber pasado el resto de su vida como ermitaño, en 365 su amigo Gregorio de Nisa le pidió ayuda para combatir la herejía arriana. Basilio se unió a la lucha, siendo ordenado presbítero ese mismo año. Demostró ser un colaborador destacado de su tiempo, coeditando con San Gregorio de Nacianceno la Filocalia, una antología de los escritos de Orígenes que contribuyó al conocimiento del cristianismo primitivo.