VATICANO,
En su mensaje de Navidad este 25 de diciembre, el Papa Francisco rezó para que las poblaciones más pobres puedan recibir "la asistencia necesaria, especialmente las vacunas" contra el COVID-19.
A pesar de las restricciones sanitarias actuales en Italia, el Santo Padre pronunció su mensaje de Navidad e impartió la Bendición "Urbi et Orbi" (a la ciudad de Roma y el mundo) desde el balcón central de la fachada de la Basílica vaticana ante miles de fieles reunidos en la Plaza San Pedro.
"Dios con nosotros, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres. Recompensa a todos los que demuestran responsabilidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles", rezó el Papa en su mensaje de Navidad previo al rezo del Ángelus y de la Bendición "Urbi et Orbi".
El Santo Padre destacó también que "el Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo. Porque Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es diálogo, eterna e infinita comunión de amor y de vida" y añadió que "Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó en sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo con confianza y esperanza".
"En este día de fiesta le imploramos que suscite en nuestros corazones anhelos de reconciliación y de fraternidad. A Él dirijamos nuestra súplica", dijo el Papa mientras que enumeró diversos países y regiones del mundo en conflicto.
De este modo, el Santo Padre lamentó que "mientras el anuncio del nacimiento del Salvador, fuente de la verdadera paz, resuena a nuestro alrededor y en el mundo entero, vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones. Parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos. Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas".