En el sur del estado de Minas Gerais (Brasil) está la localidad de Monte Sião que puede ser considerada una tierra de gracias, más específicamente sede de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, pues allí está situada la primera iglesia del mundo dedicada a esta devoción mariana, que intervino para poner fin a un periodo de sequía.
En 1830, en Francia, Nuestra Señora se apareció a Santa Catalina Labouré y le pidió que hiciera una medalla de acuerdo a lo que había visto: la Virgen con los brazos extendidos, con rayos de luz saliendo de ellos, de pie sobre un globo y pisando una serpiente, con la inscripción: “Oh María, concebida sin pecado, ruega por nosotros que recurrimos a ti”.
En el reverso está inscrita la letra “M”, con una cruz que se alza desde la mitad. Debajo están el Corazón de Jesús, circundado con una corona de espinas; y el Corazón de María, traspasado por una espada. Alrededor aparecen 12 estrellas.
La Virgen le prometió a la religiosa que daría abundantes gracias a quienes usaran la medalla. La devoción se expandió por el mundo entero y llegó a Brasil.
En 1849, solo 19 años después de las apariciones en Francia, se construyó la primera iglesia dedicada a la Medalla Milagrosa en Monte Sião.
Según explica el sitio web de la Arquidiócesis de Pousso Alegre, en el año de las apariciones marianas a Santa Catalina, la región de Monte Sião era habitada solo por unas 105 familias católicas, pero no había iglesia ni sacerdote y la comunicación era precaria.