Obispo explica cómo se peca hoy contra el primer mandamiento de la Ley de Dios

Sin embargo, aclaró que por definición no puede haber varios dioses, "porque entonces no serían Dios. Dios es único, porque es infinito y no puede haber dos infinitos. Por lo tanto, el politeísmo es contrario al mismo concepto de Dios".

Además, precisa que en la actualidad "lo más común no es tanto afirmar la existencia de varios dioses, por lo menos en nuestro contexto occidental, sino más bien, lo frecuente entre nosotros es el divinizar e idolatrizar", ya sea la política, las ideologías, el dinero, el placer o el poder.

Explica que se les llama "dioses", porque "en el fondo les estás entregando el corazón, y el corazón solo se le puede entregar a Dios. En el fondo les estás idolatrizando. Eres, en la práctica, un politeísta del siglo XXI". "Yo creo que este es el politeísmo de nuestro tiempo, construir falsos dioses, entregándoles nuestro corazón", subraya.

Luego, recuerda que en el Evangelio se nos enseña que estos ídolos "son dioses de barro, hechos por manos de hombres, son ídolos de oro y plata", a los que "no tenemos que entregarles el corazón".

En relación a la superstición, Mons. Munilla afirma "que es un signo de la falta de confianza en Dios". También que "en lenguaje bíblico, cuando 'se abandona a Dios', nos entregamos a la idolatría. Pero, en el lenguaje moderno, cuando se abandona a Dios, fácilmente nos entregamos al ocultismo. En toda esa tendencia esotérica, ocultista, hay una especie de idolatría en nuestro tiempo".

Frente a ello, recuerda que "Dios es nuestro padre", y llama a que "confiemos en su providencia. No tenemos que recurrir a adivinos, a brujos, a espiritistas, que todos esos tipos de recursos están manifestando nuestra falta de confianza en la providencia de Dios".

"Dios es Padre, Dios cuida de mí, estoy en sus manos. No tengo por qué estar pretendiendo saber lo que no me corresponde: '¿Qué será? ¿Cómo sucederá?'. Estoy en sus manos. Confío en Él", subraya el Prelado.

En tercer lugar, el Obispo asegura que está el pecado de la irreligión, expresada "como el pretender tentar a Dios, retar a Dios, hacer un sacrilegio, no respetando lo sagrado", ni lo divino. Asimismo, se refiere a la "simonía'', que es una herejía que la Iglesia rechaza, según la cual se pueden comprar y vender las cosas espirituales. Hacer un negocio de los sacramentos de Dios".

Sobre el pecado de ateísmo, Mons. Munilla afirma que "en el fondo es rechazar a Dios, porque se le ve como un competidor […] de la autonomía humana", o es afirmar que "'Dios soy yo', que es una manera de no entender que la dignidad humana está fundada precisamente en Dios".

"Dios es garante de la dignidad humana, y existe ese pecado de ateísmo, que es como una especie de visión del hijo que compite con el padre, que parece que tiene que acabar con el padre para que el hijo tenga una dignidad y es absurdo, es un pecado de soberbia", agrega.

Finalmente, explica "el pecado del agnosticismo", que "no es tanto una especie de lucha contra Dios o una negación de Dios, porque Dios esté impidiendo mi dignidad. No, el agnosticismo se plantea en términos de indiferencia, de decir: 'No se puede saber nada sobre la trascendencia'".

Ellos piensan que como "el hombre no puede saber nada sobre la trascendencia. Entonces, no hablemos de lo que no podemos saber y limitémonos a hablar de las cosas prácticas de la vida. Es como una especie de ateísmo práctico", explica.

Sin embargo, "Dios nos ha dado la capacidad de conocerlo, tenemos una razón; y además, Dios se ha revelado para que lo podamos conocer y comprender con mayor profundidad", concluye.