22 de diciembre de 2024 Donar
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Papa Francisco invita a servir a Jesús en los pobres como lo hizo San Martín de Tours

Imagen referencial. Papa Francisco. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

El Papa Francisco señaló la importancia de servir a Jesús en los pobres al recordar a San Martín de Tours este 11 de noviembre, día en que la Iglesia Católica celebra la memoria litúrgica de este ex soldado romano que se convirtió al cristianismo, llegó a ser obispo y fue declarado patrono de la guardia suiza pontificia.

A través de un mensaje enviado en su cuenta oficial de Twitter @Pontifex_es el Santo Padre alentó a pedir "la gracia de ver a Jesús en los pobres, de servir a Jesús en los pobres".

"Si no queremos vivir pobremente, pidamos la gracia de ver a Jesús en los pobres, de servir a Jesús en los pobres", escribió el Papa.

 

 

San Martín de Tours es patrón de numerosos lugares, iglesias, asociaciones e iniciativas alrededor de todo el mundo, entre ellas, de la guardia suiza pontificia.

Martín nació en Panonia (actual Hungría) alrededor del año 316. Fue hijo de padres paganos. Su padre fue militar y él, siguiendo la tradición, ingresó a los 15 años a la guardia imperial romana. Mientras integraba el ejército, se convirtió al cristianismo y fue admitido como catecúmeno.

Siendo joven y estando de militar en Amiens (Francia) un día de invierno muy frío se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba tiritando de frío y a medio vestir. Martín, como no llevaba nada más para regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su manto, y le dio la mitad al pobre. Esa noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado al pobre y oyó que le decía: "Martín, hoy me cubriste con tu manto".

En seguida se fue a Poitiers donde era obispo el gran sabio San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo.

Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en sitio solitario y allá fue con varios amigos, y fundó el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras.

Los habitantes de los alrededores consiguieron, por sus oraciones y bendiciones, muchas curaciones y varios prodigios. Cuando después le preguntaban qué profesiones había ejercido, respondía: "Fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma".

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Un día, en el año 371, fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar.

En Tours fundó otro convento y pronto tenía ya 80 mojes. Y los milagros, la predicación y la piedad del nuevo obispo hicieron desaparecer prontamente el paganismo de esa región, y las conversiones al cristianismo eran de todos los días. A los primeros que convirtió fue a su madre y a sus hermanos que eran paganos.

Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote. Fue el fundador de las parroquias rurales en Francia.

La gente se admiraba al ver a Martín siempre de buen genio, alegre y amable. Su trato empleaba la más exquisita bondad con todos.

Supo por revelación cuándo le iba a llegar la muerte y comunicó la noticia a sus numerosos discípulos. Estos se reunieron junto a su lecho de enfermo y le suplicaban llorando: "¿Te alejas padre de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?". El santo respondió con una frase que se ha hecho famosa: "Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehúso ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras mandar".

Pero Dios vio que ya había trabajado y sufrido bastante y se lo llevó a que recibiera en el Cielo el premio por sus grandes labores en la tierra.

El medio manto de San Martín (el que cortó con la espada para dar al pobre) fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para conservar esa reliquia. Como en latín para decir "medio manto" se dice "capilla", la gente decía: "Vamos a orar donde está la capilla". Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños salones que se edifican para orar.

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