VATICANO,
En la Misa celebrada este 4 de noviembre en sufragio por los Cardenales y Obispos fallecidos durante el último año, el Papa Francisco alentó a afrontar las pruebas cotidianas con confianza, oración y en servicio al prójimo.
"El cristiano no disminuye la gravedad del sufrimiento, sino que levanta sus ojos al Señor y bajo los golpes de la prueba confía en Él y reza, reza por los que sufren. Mantiene sus ojos en el Cielo, pero sus manos están siempre extendidas hacia la tierra, para servir concretamente al prójimo, señaló el Santo Padre.
El Pontífice presidió en latín la Eucaristía en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro del Vaticano en la que concelebraron diversos Cardenales y Obispos. Las lecturas fueron pronunciadas en inglés, francés e italiano.
"Rezamos por los Cardenales y Obispos que nos han dejado en el último año. Algunos de ellos murieron a consecuencia del COVID-19, en situaciones difíciles que agravaron su sufrimiento. Que estos hermanos nuestros saboreen ahora la alegría de la invitación evangélica que el Señor dirige a sus siervos fieles: 'Vengan, benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo'", dijo el Santo Padre.
En su homilía, el Papa invitó "ante el misterio de la muerte redimida, pidamos la gracia de mirar la adversidad con otros ojos. Pidamos la fuerza para saber vivir en el silencio manso y confiado que espera la salvación del Señor, sin quejarnos y sin refunfuñar. Lo que parece un castigo resultará ser una gracia, una nueva demostración del amor de Dios por nosotros".
"Saber esperar en silencio -sin habladurías, en silencio- la salvación del Señor es un arte, es el camino de la santidad. Cultivémoslo. Es valiosa en el tiempo en que vivimos: ahora más que nunca no hay que gritar y alborotar, sino que cada uno de nosotros debe dar testimonio con su vida de su fe, que es una espera dócil y esperanzada", señaló el Papa.