Por ello, el Papa recordó el ejemplo de la Beata Ana a quien calificó "una heroína del amor" y que "nos dice que apuntemos a metas altas. Por favor, no dejemos pasar los días de la vida como los episodios de una telenovela".
De este modo, el Santo Padre alentó a que "cuando sueñen con el amor, no crean en los efectos especiales, sino en que cada uno de ustedes es especial. Cada uno es un don y puede hacer de la vida un don. Los otros, la sociedad, los pobres los esperan".
"Sueñen con una belleza que vaya más allá de la apariencia, más allá de las tendencias de la moda. Sueñen sin miedo de formar una familia, de procrear y educar unos hijos, de pasar una vida compartiendo todo con otra persona, sin avergonzarse de las propias fragilidades, porque está él, o ella, que los acoge y los ama, que te ama así como eres", añadió.
En este sentido, el Papa advirtió que "los sueños que tenemos nos hablan de la vida que anhelamos. Los grandes sueños no son el coche potente, la ropa de moda o el viaje transgresor. No escuchen a quien les habla de sueños y en cambio les vende ilusiones, son manipuladores de felicidad".
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"Hemos sido creados para una alegría más grande, cada uno de nosotros es único y está en el mundo para sentirse amado en su singularidad y para amar a los demás como ninguna otra persona podría hacer en su lugar", dijo.
"No se trata de vivir sentados en el banquillo para reemplazar a otro. No, cada uno es único a los ojos de Dios", insistió el Papa.
Por ello, el Santo Padre sugirió "no se dejen 'homologar'; no fuimos hechos en serie, somos únicos y libres, y estamos en el mundo para vivir una historia de amor con Dios, para abrazar la audacia de decisiones fuertes, para aventurarnos en el maravilloso riesgo de amar".
Finalmente, el Papa alentó a los jóvenes a no dejarse vencer por el pesimismo y les pidió no dejarse condicionar "por lo que no funciona, por el mal que hace estragos. No se dejen aprisionar por la tristeza o el desánimo resignado de quien dice que nunca cambiará nada. Si se cree en esto uno se enferma de pesimismo. Se envejece por dentro. Y se envejece siendo jóvenes".
"Hoy existen muchas fuerzas disgregadoras, muchos que culpan a todos y todo, amplificadores de negatividad, profesionales de las quejas. No los escuchen, porque la queja y el pesimismo no son cristianos, el Señor detesta la tristeza y el victimismo. No estamos hechos para ir mirando el piso, sino para elevar los ojos y contemplar el cielo", afirmó el Papa.
Por ello, el Santo Padre invitó a dejarse "abrazar por Jesús. Porque cuando abrazamos a Jesús volvemos a abrazar la esperanza. La cruz no se puede abrazar sola, el dolor no salva a nadie. Es el amor el que transforma el dolor. Por eso, la cruz se abraza con Jesús, ¡nunca solos! Si se abraza a Jesús renace la alegría. Y la alegría de Jesús, en el dolor, se transforma en paz. Les deseo esta alegría, más fuerte que cualquier otra cosa".