Mons. Giorgio Marengo llegó a Mongolia en el año 2003, y fue nombrado Prefecto Apostólico de Ulán Bator (Mongolia) en agosto de 2020.
Fue enviado con otros Misioneros de la Consolata para acompañar a la pequeña comunidad de Arvaiheer, en la región de Uvurkhangai.
Allí desarrolla su actividad a través de iniciativas relacionadas con las necesidades más básicas, como duchas públicas, una guardería, un grupo de rehabilitación para alcohólicos o actividades extraescolares para niños y un grupo de artesanía para mujeres.
Según explicó el Obispo a la Agencia Fides, "ser Obispo en Mongolia creo que se parece mucho al ministerio episcopal de la Iglesia primitiva. Somos como los apóstoles que en los primeros días del cristianismo dieron testimonio de Cristo resucitado siendo una minoría en comparación con los lugares y culturas donde fueron. Para mí, ésta es una gran responsabilidad que me acerca al verdadero sentido de la misión".
Los católicos en Mongolia no superan los 1.300 fieles entre un total de 3.5 millones de habitantes.
Aunque Mons. Marengo reconoce que el cristianismo se toma como algo nuevo, venido del exterior en los últimos años, las raíces cristianas de Mongolia se remontan al siglo X, aunque posteriormente fueron congeladas por la llegada del imperio mongol.