Sus palabras se adaptan al día de hoy, como continúa y concluye: “En el estado actual de las cosas, cuando se supone que el gran objetivo de la educación es deshacerse de las cosas sobrenaturales, cuando se nos pide reír y burlarnos de creer en todo lo que no vemos, y que evalúen cada declaración con la piedra de toque de la experiencia, debo pensar que esta visión del Anticristo, como un poder sobrenatural por venir, es una gran ganancia providencial, ya que un contrapeso a las malas tendencias de la época”.
Tercer sermón: “La Ciudad del Anticristo”
En el tercer sermón el Cardenal Newman analiza lo que en las profecías se ha cumplido y que aún quedan por cumplirse. Él muestra cómo el Imperio Romano se disolvió, pero es difícil decir si se ha ido totalmente, porque todavía podría existir “en un estado mutilado y decaído... si es así, algún día debe revivir”.
Con detalles tras detalles, además de referencias bíblicas, el Cardenal Newman muestra cómo el Imperio Romano fue castigado en gran medida a través de la espada bíblica, el hambre y las plagas, pero aún no fue totalmente demolido, a pesar de todas las plagas, la devastación de los bárbaros y la división en otras naciones.
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¿Por qué no todavía?, pregunta el Cardenal, y responde: Porque la “Iglesia moraba en Roma, y mientras sus hijos sufrían en la ciudad pagana por los bárbaros, volvieron a ser la vida y la sal de esa ciudad donde sufrieron… ¡Qué maravillosa regla de la providencia de Dios se muestra aquí! La Iglesia santifica, pero sufre con el mundo, compartiendo sus sufrimientos, pero aligerándolos”.
El Cardenal Newman también señala que la Roma pagana puede ser el tipo de alguna otra gran ciudad, o tal vez de un mundo orgulloso y engañoso, o de todas las grandes ciudades del mundo juntas y con su gobernante de “espíritu avaricioso, lujoso, autosuficiente e irreligioso”.
Cuarto sermón: “La persecución del Anticristo”
En el sermón final, el Cardenal Newman mira las Escrituras para recordarnos las bienaventuranzas: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”, dando a entender que la Iglesia comienza y probablemente terminará en persecución.
“Él la reconoce como suya, la enmarcó, y la reclamará, como una Iglesia perseguida, que lleva Su cruz”, dice el Cardenal Newman al recordar Mateo 24:21; 2 Tesalonicenses 2:9-11 y Apocalipsis 13:13-14, diciendo que será bueno para los cristianos porque los días se acortarán.
“Quizás no sea una persecución de sangre y muerte, sino únicamente de arte y sutileza, no de milagros, sino de maravillas naturales y poderes de habilidad humana, adquisiciones humanas en manos del diablo. Satanás puede adoptar las armas de engaño más alarmantes –puede esconderse– puede intentar seducirnos en pequeñas cosas, y así mover a los cristianos, no todos a la vez, sino poco a poco, de su verdadera posición”, continuó.