La Iglesia Católica, junto a otras confesiones cristianas, pidió el fin de la violencia en el Occidente Antioqueño y que está afectando gravemente a indígenas, afrodescendientes y campesinos.
Así lo indicaron en un comunicado del 21 de julio que anuncia la formación de la red Solidaridad Interreligiosa en Zonas de Conflicto en Colombia (SIZOCC), en la que participan la Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia y las diócesis de Apartadó, Quibdó y de Itsmina-Tadó; así como la Iglesia Evangélica Luterana de Colombia en los municipios de Dabeiba y Frontino, y la Iglesia Presbiteriana en el municipio de Dabeiba junto a otras organizaciones solidarias del país sudamericano.
En el comunicado indicaron que esta es una respuesta al "llamado de urgencia que nos han hecho las Misioneras de la Madre Laura de la Provincia de Medellín, ante los graves hechos que vienen padeciendo las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, principalmente del Occidente Antioqueño".
La violencia se originó por el enfrentamiento de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) y tiene como sus principales manifestaciones el reclutamiento de menores, la instalación de minas antipersonales, las amenazas a líderes y comunidades, los asesinatos selectivos, los desplazamientos, los confinamientos y los abusos sexuales.
En el comunicado denunciaron también el daño ambiental causado en los municipios de Jericó, sureste antioqueño; de San José de Uré y Montelíbano (Córdoba); y en Santa Cecilia (Chocó), límites con Risaralda, lo que genera "un desplazamiento forzado, a una imposición de las economías ilegales y a la presencia de distintas estructuras armadas sin que las Fuerzas Armadas y de Policía lo impidan".
Ante esta realidad anuncian una misión humanitaria de la Iglesia Católica y otras organizaciones, especialmente en los municipios de Dabeiba y Frontino.