Y destacan el ejemplo del P. Francisco Ruiz quien desde hace 53 años se prepara para participar en la Misa. En esta ocasión no la celebra él, sino que se sentará junto al pueblo y junto a sus otros hermanos sacerdotes que también residen en el Centro Geriátrico El Buen Samaritano.
"Los sacerdotes siguen activos prácticamente hasta el final de sus días, prestando atención a los residentes, escuchando confesiones, participando en la Eucaristía diaria… Es una forma de continuar viviendo el ministerio de una forma distinta", precisan desde la Diócesis de Málaga.
Frente a las lecciones de Filosofía y Teología de sus tiempos de estudiantes, en este nuevo "seminario" cada uno de ellos se convierte en maestro de cómo vivir el Evangelio de forma práctica porque cada uno de ellos vive de manera distinta la ancianidad y la enfermedad, "pero lo que más destaca en muchos de ellos es la humildad, la paciencia a la hora de verse limitados. Son personas que han llevado parroquias, que han soportado responsabilidades pastorales muy grandes, en distintas diócesis, y que ahora, al encontrarse más vulnerables, más necesitadas de ayuda, nos dan una lección de humildad. Vemos cómo aceptan lo que les viene y cómo ofrecen a Dios las limitaciones propias de la edad o la pérdida de funcionalidad. También el hecho de que sigan activos prácticamente hasta el final de sus días, prestando atención a los residentes, escuchando confesiones, participando en la Eucaristía diaria, etc., es una forma de continuar viviendo el ministerio de una forma distinta", aseguró el director del Centro Geriátrico.
Para el director de El Buen Samaritano, "los sacerdotes mayores nos enseñan a los que no somos tan mayores cómo enfocar esa etapa de la vida" y recordó cómo el P. Amalio Horrillo, recientemente fallecido, "al final de sus días, cuando el médico le preguntó si aceptaba o no someterse a una intervención quirúrgica complicada que podía llevarlo a la muerte, él contestó que siempre había servido al Evangelio de la vida y que, por tanto, él apostaba por la vida. Le dijo al doctor que, si la operación podía darle más tiempo de vida, correría el riesgo, aunque supusiera un sufrimiento. En estos tiempos, donde hay una ley de eutanasia que desprecia la vida, la respuesta de D. Amalio es un ejemplo que yo creo que nos pueda hacer reflexionar y pensar a muchos de nosotros".
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