Álvaro Ridruejo es un joven de la diócesis de Calahorra-Logroño (España) que pertenece a la adoración nocturna y asegura que ese momento de oración con Jesús Sacramentado le recuerda a la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos y por eso una vez al mes acompaña "a Jesús en su soledad".
Ridruejo, casado y padre de dos hijos, explica que aunque sus padres nunca practicaron la fe, tampoco hubo "una oposición o rechazo a la Iglesia o al cristianismo". "Se puede vivir sin confesar a Cristo, pero no se puede vivir sin confesar los valores de Cristo y esto en mi familia ha sido así. Quizás en mi familia han labrado, sin saberlo ellos, esa tierra preciosa para que la semilla germinara", aseguró.
Además subrayó que él encontró su vocación en la adoración nocturna porque "al igual que otras realidades de la Iglesia, uno no decide entrar o no", sino que "cuando llega y es su sitio y Dios le pide estar ahí, ves que encajas, que te sientes agusto".
También explicó que "los que estamos enamorados de Cristo, vemos que Él ha salido a nuestro encuentro. Es verdad que para encontrarse con Él hay que dar un paso, y tirarse a la piscina, y no es fácil. Pero por cada paso que das, Dios da 100. Yo lo di en un momento determinado de mi vida y Dios se abrió en su plenitud".
Para este joven, la adoración nocturna recuerda la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos, "en los que echaba en falta la compañía de los discípulos. "No habéis podido velar una hora conmigo", nos dice también a nosotros. Por eso qué menos que una noche al mes, para acompañar a Jesús en esa soledad".
Por eso precisa que la adoración eucarística en general y la adoración nocturna en particular "tiene un componente de intimidad con Jesús", "no somos un grupo de oración, sino un grupo de personas que nos reunimos para rezar. Procuramos hacer grupos muy pequeños para que el Señor esté velado muchas horas durante la noche".