Las enseñanzas de San Ireneo de Lyon, proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa Francisco, siguen siendo útiles para combatir hoy el gnosticismo, herejía que sostiene que la salvación del alma se obtiene no de Dios, sino a través de cierto “conocimiento”, tal y como explica el P. John P. Cush, de la Diócesis de Brooklyn (Estados Unidos).
El P. Cush, decano académico y asesor de formación del Pontificio Colegio Norteamericano de Roma, describe en el National Catholic Register en qué consiste la herejía y por qué la figura de este santo del siglo II es tan importante para combatirla.
El Código de Derecho Canónico de la Iglesia Católica enseña que los bautizados cometen herejía al negar o dudar pertinazmente “de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica” y que cometen apostasía quienes llegan al "rechazo total de la fe cristiana”. Por otro lado, define el cisma como “el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia”.
2 tipos de herejes
Según su experiencia como docente de Teología, el P. Cush señala que existen dos tipos de herejes: los que de forma no deliberada usan un lenguaje impreciso o caen en extrañas interpretaciones de la doctrina católica, y los que nunca han estudiado teología.
Para explicarlo, el sacerdote cita a un artículo de la revista First Things, donde la doctora Alyssa Lyra Pitstick, en diálogo con el difunto teólogo jesuita P. Edward Oakes, describe a ambos tipos de herejes: el hereje material y el hereje formal.