Dos miembros del Parlamento Europeo, Margarita de la Pisa Carrión y Jadwiga Wiśniewska, establecieron una "posición minoritaria", argumentando que el informe "no tenía ningún rigor legal o formal".
"Va más allá de su competencia al abordar temas como la salud, la educación sexual y la reproducción, así como el aborto y la educación, que son poderes legislativos de los estados miembros", escribieron.
"Trata al aborto como un supuesto derecho humano que no existe en el derecho internacional. Se trata de una violación de la Declaración Universal de Derechos Humanos y de los principales tratados vinculantes, así como de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del Tribunal de Justicia de la Unión Europea".
Además, observaron que se habían presentado 154 enmiendas al texto.
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El European Center for Law and Justice (ECLJ), una ONG con sede en Estrasburgo (Francia), sugirió que los partidarios del informe buscaban "introducir una nueva norma sin que a primera vista parezca impuesta".
Indicó que "la elección de la institución en esta estrategia no debe subestimarse, porque aunque las resoluciones del Parlamento Europeo no tienen valor legal vinculante, son la expresión de una opinión que el Parlamento desea dar a conocer".
"Una resolución puede servir posteriormente para legitimar políticamente la acción de los Estados miembros o de las instituciones; está destinado a producir efectos prácticos", advirtió.
"Más importante aún, puede expresar una intención prelegislativa que luego puede usarse para justificar actos vinculantes. Por tanto, no hay duda de que un acto del Parlamento Europeo representa la puerta de entrada al corazón del sistema normativo", señaló.
Varios obispos europeos lamentaron el resultado de la votación del jueves, incluido el Arzobispo Stanisław Gądecki, presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, el Arzobispo Franz Lackner, presidente de la Conferencia Episcopal Austriaca y el obispo irlandés Kevin Doran.
"Me entristece profundamente la resolución del Parlamento Europeo que pide la posibilidad de matar a los niños por nacer. La cultura de la vida prevista por los padres fundadores de la UE se está convirtiendo en una cultura de muerte y exclusión, con la ideología por encima de la razón", escribió Gądecki en su cuenta de Twitter el 24 de junio.